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Camino al Post Brutalismo

En la ciudad de La Plata desde el 5 de septiembre y hasta el 2 de noviembre, tenemos la posibilidad de conocer otra faceta de uno de los autores más relevantes de los últimos siglos. Un ícono para la Generación X local y para los milenials, además de una figura relevante e inevitable para cualquiera que esté en el área del rock. El Indio Solari, presenta su primera exposición visual en calle 51 entre 9 y 10, el Teatro Argentino.

Por María Belén Nieto Martínez

La expo se encuentra ubicada en el corazón del teatro y la primera sensación que una tiene al subir, es que la muestra se pierde un poco en la enormidad del Argentino.

Se trata de una exposición compuesta por 14 obras de mediano formato en un espacio físico en el que han sabido convivir cientos de galerías y exposiciones colectivas. Tal vez esta última opción no hubiera sido un delirio tratándose de la primera exposición del Indio y quizás, por qué no, en algún otro museo de la ciudad que resultase más acogedor.

“No hay aquí nostalgias de lo que fue, ni promesas de lo que vendrá: sino un presente desajustado donde se manifiestan los cuerpos que se superponen en un gesto de expresión, ruido y desarraigo”, describe el texto curatorial firmado por Bárbara Maier (trabajadora en políticas culturales de la Secretaría de Cultura de la Nación) y Federico Ruvituso (historiador del arte y actual director del Museo Petorutti). Esta exposición nos trae de otra manera a un ídolo que nunca se fue y nos muestra otra faceta consonante con su arte musical, pero que tampoco es nueva.

El periodista Marcelo Figueras en el prólogo que figura en el catálogo, cuenta cómo el Indio se dedicó al mundo de las imágenes, incluso antes de incursionar en la música. Dice: “el vacío y la oscuridad se descomponen” y compara la obra de Solari con el gran Mago de Oz.

A sabiendas de las subjetividades que intervienen en la templanza de las obras, podríamos opinar que tal vez “vacío” sea un acto imposible para el Indio Solari. Las imágenes, creadas como collages digitales, son densas, cargadas de oscuridad sí, pero también de colores vibrantes, lleno de figuras arlequinescas, máscaras y rostros, algunos separados y otros superpuestos, como en el cubismo, sin ser este el estilo.

También se nota en las producciones de Solari una alusión directa (aunque un poco oculta a la vez) a la tecnología y a lo que Zygmunt Bauman llamaría “la sociedad sitiada”, en este sentido de forma recurrente en varias obras se ve el símbolo del Google maps. El signo de admiración aparece dispuesto en los fondos de los collages de una manera discreta en la que, si se presta atención, se advierte a la curiosidad respecto de los sentimientos del artista.

En otra parte del prólogo que acompaña el catálogo Florencia Saintout, presidenta del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, afirma que en su última obra “se convierte en un ídolo transversal y psicodélico”. Real. “Que inyecta cultura”.

“Brutto”, el título al cual el Indio parecía no darle demasiada importancia, procede del adjetivo “malo” en italiano con la doble T. Pero el propio Indio declara, que la condición de ejercer el brutalismo viene desde mucho antes. La “arquitectura brutalista “, “El neobrutalismo” era la forma en que nombraban a las actividades culturales que se gestaban, se desarrollaban en Cemento, el mítico centro cultural de Omar Chabán que estuvo ubicado en el barrio de Constitución.

A la hora de crear arte visual, según relatan sus allegados y compañeros en el desarrollo de esta muestra, es el Indio solo con su Tablet y según su propio parecer, para llegar a una obra “yo sólo obedezco a las manchas” afirma.

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