Otra vez nos pesan más los ojos y la lengua que el cuerpo. La mirada está preparada para decirnos que hacer, y la lengua está expectante para criticar lo que ve, sin saber, sin escuchar, sin entender.
Es más cansador andar cargando el peso de la mirada ajena que el propio, el peso del médico que cada vez que entrás no mira otra cosa que tu gordura, vas por un dolor de uña, dieta, te duele garganta, dieta.
Vas al trabajo y tu compañera te dice “te haría bien a vos un perfilado de cejas”, ¿bien?, bien me haría un sueldo digno, bien me haría que no te veas en la necesidad de contarme lo mal que según vos se ven mis cejas.
Aunque bueno, la vida, el patriarcado y la educación que nos dieron es tan dura que al segundo le volvió un poco de su propia medicina cuando otra compañera le dijo “che y ¿vos no estás comiendo bien no?, demasiado delgada ya te estás pasando”.
“Y vos, eso que tenés en la cara, ¿estás brotada?”, y “Y vos ese lunar te lo volviste a ver con la dermatóloga, yo te lo veo mucho más grande”.
No hay que olvidarse que adentro de los cuerpos hay personas, no somos cosas, nuestra piel parece que está afuera pero en realidad es parte de este todo que nos constituye, y la vemos y nos vemos, nos vemos flacas, gordas, brotadas, con ese lunar que nos da miedo o con esas cejas a las que hasta ayer no le habíamos vista nada malo.
Intervenir con la palabra sobre un cuerpo que no te pertenece no es amigable, no es respetuoso, y si, es intervenir, es dar lo que no te pidieron y muchas veces es dar lo que incomoda, entiendo que quizás a muchas personas son ellas mismas las que no soportarían tener una ceja tupida, un lunar en la cara o ser gorda, esa voluntad de perfectibilidad social no te da derecho a exigirle a lxs demás.
Nuestros cuerpos no están a la vista para ser criticados, porque el peso es tanto que después lo cargamos y lo cargamos y lo cargamos hasta no poder más, hasta hacer las mil y un dietas que nada ayudan a nuestra salud, hasta recorrer los mil médicos que concluyen invadiendo nuestra cara por el solo hecho de no tener un lunar, hacemos los mil tratamientos de belleza para erradicar la celulitis no erradicable y acabamos con mil moretones en las piernas, y ojo, para mi la perfección si existe, y siento que estoy por proponer algo muy loco, pero haría muy bien:
-callarse un poco-