Suelo hablar mucho de los avatares de este mundo patriarcal y de la militancia feminista que intenta que cada vez la violencia sea menos. Pero esta vez me gustaría reconocerme en mis propios placeres y por qué no, si me dejan, en los nuestros.

Siempre me gusta decir que el feminismo para mí se trata sobre todo de preguntas y cuando hablamos de placer, sí nos hemos hecho unas cuantas… para empezar a hablar del tema quiero dejar tempranamente algo en claro: del consentimiento en adelante, todo.

En estos últimos días, el placer, se me aparece como un tema recurrente, pero no por casualidad. Con mis amigas estamos transitando etapas más dialoguistas sobre las preguntas que en otro tiempo nos pudieron haber incomodado.

No me parece que haya que subestimar al feminismo en esta cuestión, que no solo nos da confianza, sino que también nos abre puertas que nos llevan lejos de la culpa católica que corre codo a codo con el pudor y la vergüenza.

Vergüenza a que te guste algo que a nadie le gusta, o vergüenza de no querer hacer lo que se espera de vos. Ya somos muy conscientes de que lo personal es político, pero ¿no es fantástico cuando se vuelve colectivo?

El feminismo siento que nos ayudó a que lo desconocido nos de más intriga que miedo y sobretodo a no juzgar el deseo del otrx. Nos ayudó no solo a sacarnos la culpa de lo que ya nos gustaba, sino que nos abrió nuevas posibilidades. Hablo de personas con las que nos relacionamos, prácticas nuevas, nuevos horizontes de sentires, incluso, tanto de deseo como de placer con nosotrxs mismxs.

Así fue como hablando, hablando y hablando, descubrí que mis amigas también se hacían la paja, antes de dormir, para los dolores menstruales, pensando en alguien que les gustaba e incluso antes de prepararse el mate de la mañana, con la luz prendida y con la luz apagada, con la luz del día y con la mente en la nada.

Particularmente creo que cuando entramos en este mundo placentero todo se vuelve un autodescubrirse constante y también un descubrir colectivo de un deseo que se nos ha presentado como culpa, de hablar libremente con lxs amigxs y de masturbarse no se vuelve, por eso me parece importante resaltar que en este partido llamado sexualidad, culpa cero y:

-que gane el deseo por goleada-