“Él hubiera sí existe” es una película donde la protagonista, Elisa, lleva una vida monótona y aburrida. Todo cambia cuando un día se le aparece su yo del futuro. Si bien en la película no hay sobre IA, lleva a reflexionar sobre el consumo de este servidor y sus impactos ambientales y sociales: ¿Qué pasa con la inteligencia artificial y el consumo del agua? ¿Cuál será el impacto de las IA en la formación de nuestro cerebro a lo largo de los años?
Por Belén Nieto Martínez
Una especie de inteligencia artificial hecha de agua (una versión del futuro), llega al presente para advertir a la protagonista al respecto de su vida amorosa y la de sus padres. Lo gracioso de la película es que se trata de ella misma. Lo que la trama señala, en un principio, es una premisa a penas antigua sobre que el recurso natural “agua” se va a acabar.
No es que esta problemática haya desaparecido, pero no es por los argumentos que la versión del futuro explica en la película, por lo que vamos a terminar agotando el recurso. Ella dice que el agua va a empezar a escasear a causa de la superpoblación de gente, que conlleva a que se generen gran cantidad de construcciones. Lo encara por el lado habitacional.
Lamentablemente, la película después se va por las ramas, con la temática de los viajes en el tiempo y no se despega del formato de comedia romántica clásica. Cabe aclarar que en ningún momento la película hace referencia directa a la inteligencia artificial (es una interpretación de quien les escribe), ni realiza una reflexión profunda al respecto de ninguna problemática ambiental, aunque nos mantiene con la expectativa todo el tiempo, ya que por algún motivo los protagonistas trabajan en una planta potabilizadora. Incluso, el primer viaje en el tiempo que presenciamos como espectadores, se da en la primera escena de la película durante un día lluvioso.
Algunos problemas socio ambientales y tecnológicos
En referencia al uso que le damos cotidianamente a las IA, ya se ha publicado que cada consulta que realizamos en estos nuevos “buscadores” (como Gemini, Siri, Alexa y el Asistente de Google) aumenta los niveles de consumo de agua a nivel mundial.
Entre diez y cincuenta consultas que hagamos, estaríamos utilizando, para ello, unos dos litros de agua. Y cada producción de imagen (por ejemplo las que se pusieron de moda de los Studio Ghibli o el pollito vestido de bebé) utiliza entre tres y cinco litros de agua cada vez. El agua se destina al enfriamiento de los equipos informáticos que almacenan las IA, tanto para su utilización como para su entrenamiento.
Así mismo se calcula que en cuanto a la energía eléctrica, cada vez que realizamos alguna búsqueda, se utiliza la misma cantidad de energía que utilizamos para cargar el celular (entre 5 y 20 vatios). Y aunque no se trate de un gasto muy significativo, seguramente son muchas más las búsquedas diarias que realizamos desde una IA, que las veces que ponemos a cargar el teléfono.
Para calcular la cantidad de usuarios de IA, aunque no tengamos un número exacto, podemos hacer un acercamiento cualitativo del dato, sabiendo por ejemplo, que en su lanzamiento ChatGPT tuvo un millón de usuarios en cinco días, cien millones en dos meses, y actualmente se estima que son más de doscientos millones. Y que más de cuatro mil millones de dispositivos ya funcionan con asistentes de voz impulsados por IA y el cuarenta por ciento de las personas utilizan la función de búsqueda por voz al menos una vez al día. Se dice que el ochenta por ciento de las personas en el mundo, utilizan inteligencia artificial al menos una vez al día, incluso sin saberlo.
Durante el mes de marzo de este año, se difundió una carta abierta a nivel mundial firmada por mil ciento veinticinco científicos y expertos en tecnologías (entre ellos el CEO de SpaceX, Tesla y Twitter, Elon Musk y el cofundador de Apple, Steve Wozniak) que advirtieron al respecto de varios riesgos que puede generar la IA y el desconocimiento que existe, sobre su futuro y el desarrollo en el vínculo con la humanidad. La propuesta fue frenar durante seis meses el entrenamiento de las mismas para poder evaluar su impacto.
Sin embargo, mientras, por un lado, nos alarman con la posibilidad de la sequía y otras disfuncionalidades que las IA pueden tener para con la especie humana, por el otro anuncian la salida del ChatGPT 5 para el próximo diciembre. El mismo contará, a diferencia de los anteriores, con la capacidad de desarrollarse intelectualmente. Es decir, que podrá autocorregirse.
Lo cierto es que aunque dicha carta tuvo una fuerte adhesión, pocos repararon en sus consecuencias. De hecho, las IA se perfeccionan constantemente. Algunos de los problemas sobre los cuales se advierten parecen sacados de una novela distópica:
El uso excesivo de las inteligencias artificiales, también podría generar una colonización informacional, es decir, que sea nuestra única fuente de información. De hecho, ya muchas personas la utilizamos a través de Google, quien en cada búsqueda nos anuncia que la visión general está creada por IA, es decir, deberíamos inspeccionar buscadores alternativos.
Alineándonos a la postura de resolver todo con las IA, podemos perder la capacidad crítica, que es nada más y nada menos que la capacidad de pensamiento, no saber contrarrestar los datos ya procesados que nos ofrece la IA con otra realidad. En este sentido peligrosamente algunas personas ya la están utilizando para hacer terapia gratuita o incluso la toman como “amigo” para compartir cosas personales.
Esto se vuelve riesgoso en dos aspectos, por un lado, porque la IA no está capacitada, no está programada para contradecirnos ni para “analizarnos”, entonces alimenta siempre una única versión de las cosas, que es la que nosotros mismos le damos. Almacenan nuestros datos como clones. Tienen información de nuestra formación, de nuestras búsquedas, nuestros recorridos, nuestros likes y pueden tener información de nuestros sentimientos (que la IA no tiene) y hasta de nuestros datos biométricos, los cuales peligrosamente pueden ser utilizados para cometer delitos de estafas y secuestros, si no se comparten en lugares seguros.
Tengamos en cuenta que hoy en día las IA son desarrolladas desde empresas privadas. Es decir, que el poder de los software se encuentra de ese lado. Probablemente, eso signifique que el vital interés de las IA radica aún más en su aspecto comercial (se aprovechan de conocer nuestros gustos para vendernos más y más cosas) y luego en investigación, lo cual podría traer muchos avances si aplican de manera correcta.
¿Qué pasaría si empezaran a desarrollarla los gobiernos? ¿Para qué se utilizará? ¿Cómo afectaría a la política mundial? ¿Qué avances podría aportar a la salud? Probablemente, habría serios costos y beneficios de desarrollar e implementar una tecnología tan novedosa, pero tan actualizada en tan poco tiempo.
¿Cuáles son las alternativas?
Respecto del problema del agua, se sabe que en áreas frías, las empresas podrían optar por mantener los equipos con aire o incluso recuperando para esto agua de lluvia. Pero dependerá de donde están albergados los servidores y de las condiciones climáticas de cada lugar (dadas por naturaleza) para que esto pueda llevarse a cabo.
Además de la voluntad ecologista que puedan tener las empresas en pos de adaptar toda su estructura a favor de un mejoramiento climático, es dudosa. Tendría que haber en cada lugar una alternativa, con la cual poder enfriar suficientemente los ordenadores, sin necesidad de que esa agua se pierda. En cuanto a la electricidad como usuarios, podríamos tratar de “cuidarla” tanto como al agua si simplemente tratáramos de evitar utilizar la tecnología informática para todo aspecto de la vida.
Con relación a la competencia que pueda generar con los humanos, las IA pueden llegar a ocupar algunos roles y a realizar funciones automáticas como seleccionar información pertinente y hasta generar nuevo contenido (dar respuestas).
Ya sabemos cuáles pueden ser algunas consecuencias del “mal uso” o el uso excesivo de estas inteligencias, de las virtualidades. Por un lado, podríamos llegar a modificar nuestra existencia a través de la tecnología, con la comodidad de un asistente gratuito, nos sorprendemos viendo avances en la creación de imágenes y textos, incluso con el desarrollo de la robótica. Pero, por otro lado, consumimos bienes naturales y afectamos el funcionamiento social, atomizando de una manera velocísima nuestra capacidad de pensamiento.
Nadie va a venir del futuro, como en la película, a advertirnos sobre sequías, sobre la falta de bienes naturales y las problemáticas sociales como el desempleo, la pobreza y hambre. Somos parte de esta realidad, somos quien la estamos creando. No permitamos que se profundicen.