por Cami Grippo
“El gobierno volvió a utilizar Día de la raza en las publicaciones oficiales”, titula la emisora Cadena 3.
Desde la Casa Rosada tuitearon: “Hoy, 12 de octubre, celebramos el día de la raza, en conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón a América…”
Las repercusiones de estos mensajes fueron muchas. Algunxs indignadxs (nótese que uso la X, ELIJO usar la x) tildaron al gobierno de ignorante. Nada más desacertado.
Este gobierno no es zonzo ni inocente y mucho menos ignorante. Como tampoco lo es el lenguaje. Volver a decir Día de la raza no tiene que ver con la ignorancia, más bien todo lo contrario. Es una elección muy cuidada de las palabras.
Así como en agosto, para el “día del zurdo”, Adorni realizó un discurso alusivo y “olvidó” mencionar al 10, al más grande, a Diego. ¿Fue por despistado? ¿Nos creímos el supuesto olvido de Adorni?
Las palabras y frases que usamos no son casuales, son ELEGIDAS. Aquella vez, Adorni eligió no mencionar al Diego. Si desde Casa Rosada eligieron decir Día de la raza es por varias razones: en primer lugar, para diferenciarse de otrxs (quien proclamó el cambio de nombre para el 12 de octubre fue Cristina Fernández en 2010); para generar incomodidad, y está muy bien, el lenguaje muchas veces genera incomodidad, (yo, si quisiera incomodar a un grupo de señores conservadores, me pondría a hablar con la E, por más que en mi vida cotidiana no la utilice); y, por último, el gobierno elige volver a ese nombre también para asentar posiciones: denostan la diversidad y proclaman que el exterior es mejor que lo propio. Nada novedoso si hablamos de un gobierno neoiberal.
El concepto de RAZA encierra exclusión, discriminación, superioridad de algunos seres por sobre otros y, además, no refiere a la humanidad; la diversidad cultural (y la palabra respeto aquí, sumamente significativa), es un concepto amplio, inclusivo, que nos permite abrazar la diferencia y que incorpora la realidad de otros pueblos. A su vez, en el tweet, el gobierno “celebra” la llegada de Colón a América. Esto tampoco resulta casual: “celebrar” no es lo mismo que “conmemorar” o “recordar”. Se celebra la llegada de los españoles, la imposición de los europeos en nuestra tierra americana. ¿Qué se está festejando? Pensemos respecto al lenguaje: una lengua española impuesta, a la fuerza, aquí donde yacían ya otras lenguas: el guaraní, el quechua, el aimará. ¿El gobierno ignora esta parte de la historia? ¡No! Sólo decide qué historia contar, ni más ni menos. Decide ignorar otras identidades, otras lenguas. Y bueno: todxs elegimos qué historia contar.
Quizás creemos que nombrar una cosa u otra es indistinto, da igual. No, no da igual. Porque algunos conceptos, según su uso, incluyen, y otros excluyen. Algunos abrazan, y otros dañan. Y claro, detrás de las palabras están las acciones.
Veamos sino lo que sucede con algunos términos que, desde algunos colectivos populares, se han reivindicado. Por ejemplo, PUTAS por el colectivo de trabajadoras sexuales; o PUTOS por personas gays. PUTA y PUTO, palabras utilizadas antes – y ahora también – como insultos o descalificativos, son tomadas por los colectivos para darles otro valor, hacerlas carne, apropiarse de ellas. Entonces, utilizadas por los colectivos ya no tienen un sentido negativo, sino de pertenencia. La misma palabra, utilizada de diferente manera. No para agredir, sino para abrazar y pertenecer.
La buena noticia es que descubrimos que aquellos que conforman el poder no son tan zonzos como pensábamos, (nunca creí que fueran tontxs, de hecho): eligen sus palabras, sus conceptos, utilizan el lenguaje para incomodar, para atraer a su gente. Y eso está muy bien.
Ahora, nosotrxs, de este lado, vamos a batallar también para asentar nuestras miradas.
Por último, pensemos un poco más allá: ¿qué se esconde detrás de lo simbólico? Detrás de un tweet, ¿otro mecanismo distractivo para seguir quitando derechos? ¿La eliminación del registro nacional de comunidades indígenas, acaso? ¿la quita de tierras para dejarlas en manos de los poderosos?
¿Qué se esconde detrás de este lenguaje para nada ingenuo, para nada casual?
Como dijo Liliana Bodoc en uno de sus hermosos discursos: “El mundo de cada uno empieza y termina con su lenguaje”. El mundo de este gobierno ya sabemos con qué lenguajes se forma: el del odio, la exclusión, la prepotencia y el anti pueblo. Con un lenguaje autoritario, blanco y profundamente masculino. Es una elección. La indignación por Twitter no alcanza. Nada está dado, no tenemos nada asegurado. Hay que aceptar y batallar con la lengua y en la calle, como hicimos siempre.