La prohibición del lenguaje no binario en las escuelas porteñas abrió un debate en redes sociales: “Inclusión no es ‘todes’ sino lengua de señas”. Otro Viento dialogó con Evelina Díaz sobre esta mirada patriarcal y capacitista.

En una cruzada que arremete con los derechos de nuestras identidades y fija precedente para el resto de las provincias/municipios que quieran hacerlo, el gobierno de la ciudad de CABA “prohibió” la utilización del llamado “lenguaje inclusivo” o “lenguaje no binario” en las escuelas porteñas.

Para profundizar sobre este tema, desde Otro Viento dialogamos con Evelina Díaz, profesora de la UNLP, militante transfeminista y disca. Ella explica el por qué del resurgimiento de estos discursos: “La inclusión tiene esto, para que haya alguien que quedó afuera hubo alguien o álguienes que hicieron que quedara afuera, entonces hay quienes se creen con la posibilidad de señalar a quiénes excluye y a quiénes incluye en un determinado momento”.

A partir de la Resolución N°2566 publicada en el Boletín Oficial del viernes 10 de junio del corriente, en los colegios de CABA se deberán «desarrollar las actividades de enseñanza y realizar las comunicaciones institucionales de conformidad con las reglas del idioma español, sus normas gramaticales y los lineamientos oficiales para su enseñanza». Así fue que se consolidó la medida del gobierno de Cambiemos contra el uso del «@», la «e» y la «x» en los niveles inicial, primario y secundario.

A raíz de esta medida se generaron discursos, defensores y detractores de la resolución de toda índole, pero hubo una defensa en particular que fue muy extendida en redes sociales: “inclusión no es hablar con la e, inclusión es otra cosa”, o “inclusión no es ‘todes’ sino lengua de señas”.

En diálogo con Evelina, ella cuenta que esta mirada nos lleva a un lugar del ejercicio de la superioridad ya que hay quienes pueden demarcar y delimitar qué es el lenguaje inclusivo, para quienes es válido y en qué momento pasa o dejar de estar permitido desde una lugar puramente patriarcal y capacitista.

¿Por qué patriarcal y capacitista? “Porque este discurso entiende que las personas en situación de discapacidad no podemos ni tenemos la posibilidad de decidir nuestras identidades sexo-genéricas. No pensaron que una persona en situación de discapacidad podría ser a la vez una persona trans, travesti o no binarie”, responde Evelina.

“Nada de nosotres sin nosotres”

Este debate deja por fuera, una vez más la voz de les mismes protagonistas, ¿son las personas en situación de discapacidad las que creen que el lenguaje no binario no es “realmente inclusivo”?

Evelina nos dice que obviamente también habrá personas en situación de discapacidad que avalen estos discursos, pero “hay sectores que nos resistimos a pensar así porque sí hay dentro de la discapacidad personas del colectivo LGBTTIQ+ que también son parte, que existen y que pueden decidir sobre su identidad”.

Sin ir más lejos, continúa, durante el debate por el proyecto del aborto legal, seguro y gratuito, hicieron pegatinas que ‘denunciaban’ que este proyecto de ley iba hacia el exterminio de las personas con síndrome de down. “Asumiendo que las personas que queríamos promover este proyecto no éramos personas discas porque ¿cómo las personas discas íbamos a estar queriendo decidir si queríamos ser personas gestantes o no? ¿Cómo íbamos a poder decidir sobre el futuro o conformar una familia si así lo deseábamos? ¿no? ¿Cómo íbamos a pensar en la posibilidad de desear?”, ejemplifica.

Este discurso en clave demagógica no hace más que realzar la idea de las personas en situación discapacidad como imposibilitadas de tomar sus propias decisiones tanto a lo que atañe a sus vidas personales como a sus trayectorias políticas y reafirma la cuestión de un paternalismo del cuidado que desde el escudo de la “protección”, inhabilita cualquier expresión de deseo o independencia, “nos ponen de inferioridad y de protección, de personas que proteger, de un mal inventado”.

Lenguaje no binario, no sexista, no capacitista

Siguiendo con la disputa por apropiarse de la idea de un lenguaje inclusivo, Evelina nos explica que “no es contrapuesto hablar de un lenguaje no sexista y un lenguaje que recupere las particularidades del colectivo de personas en situación de discapacidad, obviamente es necesario un análisis de una perspectiva de la discapacidad que sea interseccional”.

Con esta interseccionalidad se refiere a pensar que las personas en situación de discapacidad deben ser pensadas también como mujeres, como lesbianas, como personas trans, travestis, personas que somos trabajadoras, docentes o estudiantes y no reducidas a un aspecto como lo que define a su vida en general.

Cuando se habla de inclusión, por ejemplo en las universidades, los edificios, las aulas, las clases están pensadas y dictadas para un estereotipo de persona supuestamente “normal”, que deambula a partir de caminar por sus piernas, que ve, que escucha y demás de manera hegemónica.

En este sentido, Evelina lo vive desde adentro, “las personas en situación de discapacidad quedamos por fuera de esto, quienes trabajamos y quienes acceden a la universidad ya sea para estudiar, para investigar, etc, estamos poniendo tensión este estereotipo de estudiantes, trabajadores, investigadores ‘ideales’ para les cuáles se pensó la universidad”, pero esto también se encuadra en la lucha por habitar igualmente estos espacios y transformarlos.

Para finalizar, se puede reconocer que lo que hay por parte de estos discursos es un oportunismo político de correr el foco porque evidentemente el lenguaje no sexista les interpela y no tienen intenciones de cuestionar sus privilegios. Porque en realidad, no están cuestionando su privilegio capacitista sino que como dice Evelina: “Nos están usando demagógicamente para cubrir sus privilegios”.