Una moral que la mirás y se rompe

Garchar, garchar y garchar. ¿Qué molesta? ¿el vocabulario? ¿que una candidata garche? ¿que lo diga? Me parece interesante que la discusión electoral haya virado por unos segundos a aleccionar rigurosamente lo que se puede y no se puede decir, por supuesto que lo que no se pasa por alto es lo que dice una candidata del ala progresista y que encima utiliza un vocabulario corriente que una mujer, no debería usar.

Por supuesto que Milei puede decir que a los zurdos hay que matarlos, o Vidal puede decir que la delgada línea entre que esté bien o mal fumar porro es la misma que la línea de la pobreza. Espert puede reivindicar el terrorismo de Estado o Manes puede decir que nuestro cerebro está prediseñado para la competencia de mercado, pero claro no, esto no hace poner el grito en el cielo de ninguna señora paqueta, porque la derecha sigue conduciendo ideológicamente nuestra vida.

La vergüenza es el leitmotiv del cuerpo aleccionado, la culpa, la del espíritu aleccionado, “en el peronismo siempre se garchó” y siempre se garchó en todos lados, pero no todxs pueden hablar de eso, porque los buenos modales son una valor con el que se mide la hipocresía, porque discursivamente parece más dañino hablar de coger que pedir la deuda externa más grandes de la historia y repartirla entre los amigos. 

Estoy cansada de tanto discurso moral y de buenas formas que no tiene mucho para decir pero muchas vidas para arruinar cuando gobierna, también estoy cansada de tanto negacionismo o de ver adoctrinamiento en todos lados. Sepan que el feminismo llegó para quedarse y por lo visto desde “garchar” hasta una “e” puede hacer enojar a cualquiera que no tenga ganas de escuchar, que no tenga ganas de construir nada nuevo ni nada colectivo.

Creyendo incluso que quizás pudo no haber sido la palabra correcta conociendo el indignómetro de la derecha, mirándolo en retrospectiva, ¿a quién hace enojar si no más que a lxs que siempre odiaron el disfrute? A esta altura aprendimos que no vamos a dejar de hablar y

-que se enoje quien se tenga que enojar- 

 

Ilustra:  Sheila Clidas