Violencia Política
Todo lo que decimos las mujeres en el ámbito público está mediado por la mirada de los varones que no aprenden, no quieren aprender, quieren hacer política, quieren hacer la política que no solo nos deja afuera sino que tiene por objetivo violentarnos una y otra vez, que le brinda al electorado misógino lo que quiere escuchar, que su eje transversal de campaña no solamente es odiar al feminismo, si no a cada mujer que se dedique, hable, opine o haga política.
No hay forma de que Fernando Iglesias o Waldo Wolff piensen que las mujeres pueden discutir sobre política, porque para varones como ellos somos pura y exclusivamente objeto de deseo u objeto de odio, pero nunca sujetas con voz, derechos y militancia. Más allá de parecernos bien o mal la posibilidad que tuvieron algunas personas de circular en cuarentena, está a las claras la política que ellos vinieron a construir.
En la escena pública nos configuramos como hace tiempo como actores sociales activos, que toman decisiones, gobiernan, discuten y tienen mucho para decir. Parece que esto no ha sido todavía digerido para cierto grupo de varones cuyo rol en la política es poner la cara, el cuerpo y la voz para sostener sus privilegios. Son los embajadores de conservar el orden.
El problema de esto es que como la escena pública gracias al feminismo ha virado hacia debates podríamos decir más progresistas, estos personajes logran enmarcar su trabajo por conservar el orden en cierta idea de nueva libertad y nueva rebeldía “soy el que opina diferente”, “soy el que ve lo que nadie ve”. Seguimos teniendo casi una muerta por día, seguimos cobrando menos por el mismo trabajo, seguimos siendo a las que les preguntan si quieren tener hijes en una empresa para no ser tomadas en un puesto. Hubo cambios, pero ¿no seguimos siendo las más pobres del planeta?
¿Voces disidentes las que perpetran el orden desigual? ¿Voces que ven a una mujer entrando a Olivos y vociferan cuestiones sexuales? Estamos cansadas de ser el blanco fácil de los machos con poder mediático, lo lamento por ellos, pero:
-a la política vinimos para quedarnos-
Ilustración: Sheila Clidas