¿Qué es el trabajo sexual? Esta pregunta abre fuertes discusiones dentro de los feminismos, desde hace años muchas trabajadoras/es luchan por el reconocimiento de su trabajo y por la conquista de derechos. En el último tiempo la activista Georgina Orellano comenzó a mostrar en su cuenta de instagram cómo era un día de trabajo, no solo mostró su rutina sino además el vínculo con sus compañeras y las estrategias para el cuidado mutuo.

Lo que está claro es que ante tanta criminalización policial y ausencia del Estado, las trabajadoras se organizan entre sí. Con sus decenas de posteos y cuestionarios han demostrado que se sabe muy poco sobre el trabajo sexual. La desinformación da lugar a la violencia y a la estigmatización, por ello invitamos a Georgina Orellano a dialogar para poder comprender de primera mano por qué luchan y cuáles son sus reclamos.

Otro Viento (OV): ¿Cómo ven ustedes que se relacione el trabajo sexual con situaciones de trata?

Georgina Orellano (GO): Que se relacione el trabajo sexual con la trata de personas es hacer un borramiento total a nuestra existencia. Que no se haya diferenciado la trata del trabajo sexual, sobre todo en las legislaciones, es muy complicado para nosotras ya que nos arroja a mayor criminalización y clandestinidad.

Nos parece violento que se nos ubiquen en el lugar de víctimas, que no seamos pensadas como sujetas de derecho, se deslegitima nuestra palabra y se nos infantiliza. Es violento, que por nuestro trabajo, se nos responsabilice de la existencia de la trata de personas. La trata existe y seguirá existiendo siempre y tanto tengamos un Estado cómplice con una policía corrupta, fiscales que miren para otro lado, o incluso, sean parte de esta trama criminal. Es seguir cortando el hilo por lo más delgado.

Patear la calle es parte de la cotidianidad de las trabajadoras sexuales, pero al mismo tiempo no es fácil hacerlo. Las compañeras viven situaciones cotidianas de violencia y criminalización por parte de la policía a través de las faltas que establecen los códigos contravencionales que criminaliza la oferta de trabajo sexual en el espacio público. En algunas provincias de nuestro país como La Rioja, Tucumán, Catamarca, el Chaco, La Pampa, Corrientes, la sanción puede ser entre 30 a 20 días de arresto.

OV: ¿Cómo es trabajar día a día en la calle con la policía?

GO: Trabajar en la calle se ha vuelto complicado e imposible, estamos expuestas a constantes atropellos por parte de la policía, como los abusos de autoridad, hostigamiento, detenciones arbitrarias y requisas. En algunos barrios como Constitución y el barrio de Flores las compañeras son desvestidas por la policía de la Ciudad en la calle. Todas estas vejaciones se amparan en el Artículo 86 dentro del código contravencional que está vigente.

Dicho artículo aclara que la ostensibilidad nunca puede estar referida a la portación de rostro, a la identidad de género o a los modales y la vestimenta de la persona, en este caso de la trabajadora o del trabajador sexual. Sin embargo, como no hay ningún control para el accionar de la policía, ellos hacen uso y abuso de este código a su manera, con una mirada super clasista y selectiva, persiguen a las compañeras trans, las compañeras migrantes racializadas, las marrones.

OV: El pasado 8 de marzo presentaron un proyecto para la derogación de este código ¿qué fuerzas componen este proyecto?

GO: El pasado 8 de marzo presentamos junto con la diputada del Frente de Todos Victoria Montenegro, la presidenta de la Comisión de DDHH, el pedido de derogación de esta normativa. Nuestra principal preocupación es el incremento de la violencia institucional, donde la policía se ampara en este tipo de arbitrariedades. Es un proyecto que acompaña en su gran mayoría el Frente de Todos y también tiene la firma del Frente de Izquierda. Nació en un contexto de crisis sanitaria donde los abusos por parte de la policía se incrementaron.

Lucha y organización

La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) nació como respuesta al constante asedio y violencia de la Policía hacia las trabajadoras sexuales. Comenzaron a organizarse a fines de 1994, uniéndose en los años siguientes a la Central de Trabajadores Argentinos e integrando la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex). Luchan por la garantía estatal de los derechos humanos y laborales de las trabajadoras sexuales a partir de la auto-organización.

Es una organización nacional que está constituida en 13 provincias y tiene hasta el momento 5.500 afiliadas y afiliados, siendo CABA, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Rosario, las Provincias de San Juan, Mendoza y Neuquén aquellos lugares donde hay más alcance de trabajadoras y trabajadores sexuales.

OV: ¿Qué importancia tiene la sindicalización?

GO: La importancia de la sindicalizacion es, primero, contar con una herramienta de defensa, una herramienta de unidad, una herramienta donde podamos organizarnos por el reconociemiento de nuestros derechos, y para denunciar los abusos que padecemos por ejercer el trabajo sexual en la clandestinidad. A muchas de nosotras el estar sindicalizadas y pertenecer a tanto a la Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina como AMMAR, nos transformó la vida.

La sindicalización nos sacó del lugar de culpa y de vergüenza, desnaturalizando las violencias que vivimos cotidianamente. Nos dio la posibilidad de reconocernos como parte de una clase trabajadora, permitiéndonos nombrar las problemáticas que atravesamos como la precarización laboral, la violencia institucional, la falta de derechos, la clandestinidad, el reconocimiento.

OV: Al momento de hablar de trabajo sexual se presentan diferentes modelos como el abolicionismo, el prohibicionismo, el regulacionismo y el reglamentarismo. En nuestro país AMMAR lucha por la despenalización ¿En qué consiste este modelo? ¿Cómo sería la intervención del Estado?

GO: Nuestro proyecto busca despenalizar nuestra actividad, sacarlo del derecho penal y que sea abordada desde el derecho laboral con una perspectiva desde los derechos humanos. Buscamos derogar las normativas que penalizan nuestra actividad, como los códigos contravencionales, los artículos de falta, las ordenanzas municipales y los decretos provinciales que criminalizan los espacios donde desarrollamos nuestra actividad. Los códigos contravencionales le dan poder a la policía para reprimirnos y detenernos de forma arbitrarias.

Desde AMMAR entendemos la necesidad de que seamos las y los trabajadores/as sexuales quienes nos sentemos a discutir qué tipo de políticas públicas necesitamos para mejorar nuestras condiciones laborales. En ese sentido vemos fundamental la creación de la categoría trabajador/a sexual dentro del monotributo, ya que hasta el día de hoy es inexistente. El reconocimiento del trabajo sexual nos sacaría de la clandestinidad y nos pondría en el plano del ámbito laboral con aportes jubilatorios y acceso a una obra social.

OV: ¿Participan varones que ejercen el trabajo sexual dentro de la organizacion?

GO: La inclusión de los varones trabajadores sexuales dentro de la organización se fue dando en los últimos años, esto quiere decir que es muy reciente. Es una población a la que nos cuesta mucho llegar ya que no están en la calle, sino que trabajan de forma más individual en ámbitos privados. El año pasado durante la pandemia, muchos se acercaron a la organización para denunciar violencias por parte de sus clientes. El caso de Enzo Aguirre es un ejemplo de ello, un trabajador sexual que fue asesinado en su vivienda, cuando daba servicio a una pareja.

Esto motivó a que muchos comiencen a organizarse para desarrollar redes de contacto permanente como una herramienta de autocuidado. Es un colectivo que existe y que también atraviesan situaciones de violencia y discriminación, y por ello nosotras iniciamos con ellos este proceso de organización.

Disputando el concepto trabajo

El año pasado, a raíz de la pandemia, el Ministerio de Desarrollo Social lanzó un formulario para registrar a los y las trabajadore/as de la economía popular para a acceder a los programas de empleo y seguridad social. Lo que fue novedoso es que por primera vez apareció la categoría de trabajo sexual/prostitución, pero tan solo duró tres días, ya que frente al rechazo de cierto sector se decidió sacar del formulario. La pandemia profundizó aún más la vulneración de derechos y las personas que ejercen el trabajo sexual son un claro ejemplo de ello.

OV: ¿Cómo fue coordinar con el Estado en la pandemia? ¿Qué rol cumplió la Casa Roja?

GO: La pandemia dejó en evidencia la desigualdad y la precarización que atravesamos las personas que ejercemos el trabajo sexual. Hay una gran diferencia entre las personas que pueden transitar una pandemia con derechos reconocidos y un Estado presente, con aquellas que no se pueden amparar en ninguna política pública siendo sus derechos más vulnerados .

Los primeros meses fueron muy desesperantes, lanzamos un programa de fondo de emergencia autogestionado por los y las trabajadore/as sexuales, el cual consistía en una campaña solidaria para solicitar fondos de personas individuales. Con lo recaudado sostuvimos la asistencia alimentaria durante los primeros meses para casi 5 mil trabajadore/as que acudieron a las distintas sedes de AMMAR.

Los meses fueron pasando y se fue incrementando la cantidad de compañeras y compañeros que se acercaban a demandar asistencia al sindicato, llegamos al punto de sentirnos desbordadas y nos dimos cuenta que la autogestión tiene un límite.

A partir de ahí fue un trabajo de hormiga lo que tuvimos que hacer, para ver de qué manera el Estado podía absorber la demanda alimentaria de nuestras compañeras. Hicimos en pocas semanas el trabajo que el Estado no hizo en años, comenzamos a relevar datos registrado cuántas éramos, como era cada núcleo familiar y aquellas que eran personas de riesgo. Además clasificamos por provincia y municipio, y a partir de ahí entablamos diálogo con el Ministerio de Desarrollo Social.

Paralelamente nos encontramos con que muchas compañeras se encontraban en una situación irregular muchas sin DNI argentino u otras con papeles de residencia vencidos, lo que les impedía acceder por ejemplo al IFE. Esto sucedía con muchas compañeras trans migrantes de nacionalidades peruanas, colombiana, ecuatorianas.

La organización se transformó en un centro de asistencia integral, de hecho hasta el día de hoy seguimos haciendo la misma tarea. La Casa Roja se transformó en un centro de asistencia integral para las trabajadoras y trabajadores sexuales de CABA, con dependencia del sindicato.

Seguramente quedan muchas preguntas por hacer y muchas voces por escuchar. Durante mucho tiempo se construyeron narrativas de las personas que ejercen el trabajo sexual victimizandolas y silenciandolas. El relato de Georgina Orellano invita a pensar un poco más allá de lo que imaginamos o creemos como verdad, escuchar y preguntar es fundamental a la hora de pensar nuestras luchas y por sobre todas las cosas ser conscientes que donde no hay un derecho hay lugar a más violencia.