La educación es uno de los pilares fundamentales de nuestro país, ¿no? Y ahora ¿qué significa que sea un servicio esencial

Esencial se traduce en sustancial, principal o notable. Entonces, si como sociedad adherimos a que la educación es sumamente notable, podría resultarnos lógico que sea considerada esencial. Pero, en este contexto que estamos atravesando, ¿qué significa? La esencialidad sería garantizar mejores sueldos docentes? ¿Mejorar las condiciones edilicias de las escuelas? ¿Invertir en materiales didácticos? Pues no. Esencial, en este preciso momento, con un paro inminente, con el peligro de que no empiecen las clases, significa NO dejar de asistir a la escuela. 

No importa si el sueldo se licúa, si la inflación es feroz, si recortan el incentivo docente, si aumentan los servicios básicos o nos quitan los subsidios. No importa si vamos a trabajar con tristeza o desazón. No importa si las aulas se caen a pedazos, si las estufas no andan o si lxs pibxs no comieron. No importa, porque la educación es primordial. Ahora, ¿cómo entendemos que a lo primordial no se le garanticen sus condiciones estructurales?

Y esta esencialidad – que podemos traducir en asistencia exclusiva sin atender al contexto sociopolítico y cultural – ¿no atenta contra los derechos de lxs docentes?

¿Por qué creemos que algunas personas estudiamos para ser maestrxs o profes? ¿Creemos que alguien que dedicó varios años de su vida al estudio, al conocimiento,a aprender a enseñar, a trabajar con niñeces y adolescencias puede ser alguien que no quiera ir a trabajar? Les aseguro que las personas que estudiamos esta profesión AMAMOS LO QUE HACEMOS. Les aseguro que estar todos los días con infancias y juventudes ES NUESTRA PASIÓN Y NUESTRA VOCACIÓN. Lo hacemos a pesar de todas las adversidades que tenemos a diario y que ya conocemos. No podemos ni sabemos hacer otra cosa. Pero con pasión y vocación no llenamos la heladera, no pagamos la luz ni nos compramos zapatillas. Además, nuestra labor no se reduce al aula: también planificamos, corregimos, escuchamos y contenemos a cada estudiante que podemos.

Queremos trabajar mejor, queremos estar en las aulas y abrazar a lxs pibes pero ¿a qué costo? ¿Es justo que vayamos a dar clases con sueldos mínimos? ¿Es justo que nos paremos frente a lxs pibxs con desazón? ¿Es justo que nos exijan poner el cuerpo- porque les aseguro que en esta profesión no solo se pone la cabeza, ponemos desmedidamente, el cuerpo – cuando por fuera nos están inflando el valor de la canasta básica, cuando no podemos pagar el bondi, cuando debemos abandonar mínimos gustos porque ya no nos alcanza el sueldo? 

¿De qué esencialidad hablamos entonces? ¿Es solo el cumplimiento de horas de clase lo que vale? ¿Es llenar aulas a mansalva sin tener en cuenta las condiciones adecuadas que deberíamos tener, tanto estudiantes como profes? Es decir, ¿podemos hablar de esencialidad cuando no están dadas las condiciones básicas de la misma?

A veces nos olvidamos que la educación, además de nuestra vocación y nuestra pasión, es nuestro trabajo. Somos laburantes. Tenemos derechos y obligaciones. Estas últimas tratamos de cumplirlas, con desaciertos y equivocaciones seguramente. Pero, ¿y nuestros derechos? ¿No tenemos derecho a salir a marchar cuando la guita no alcanza, cuando no podemos pagar un alquiler, cuando nuestros sueldos son injustos con nuestra amada labor? ¿No podemos reclamar mejores condiciones edilicias o estructurales? 

Lxs pibxs tienen derecho a estudiar en mejores condiciones, y también tienen derecho a tener educadores bien remunerados, contentxs y conformes con su vida laboral. Sabemos que así podrían aprender más y mejor. Sabemos que así podríamos enseñar con otro temple.

Entonces, no nos vengan a decir a nosotrxs que la educación es esencial. Es nuestro trabajo y lo amamos. Pero también debemos pedir aquello que nos corresponde como trabajadorxs, únicxs y respetadxs, de nuestra querida Argentina. 

Tenemos derecho a una educación de calidad. Y eso no implica sólo llenar aulas vacías o cumplir horas de clase sin tener en cuenta el contexto o las condiciones. No es justo. No lo queremos. 

La educación no es solo un servicio, es nuestro derecho esencial.