Desde que nos mudamos a una casita sin verde vamos a pasear a nuestra perra al parque. Intentamos que sea temprano para no cruzarnos con muchas personas pero si deseando encontrarnos con perris que ya consideramos amiguites de la nuestra.

Ese día nos levantamos tarde. Caminamos las tres cuadras hasta llegar al verde. La perra iba y venía oliendo todo. Había mucho más movimiento. A lo lejos vimos a un chongo haciendo pis contra un árbol. Me quejé contra la impunidad con la que se naturaliza esa práctica en los varones cis mientras pasábamos al lado de un señor sentado en un banco.

Seguimos caminando siguiendo a la perra. Empecé a sentir pisadas que nos acompañaban detrás. La perra empezó a correr y jugar con un perrito. A mí y a mi novia nos gusta verla jugar libremente.

Las pisadas empezaron a estar acompañadas por una voz que decía que «los perros no podían estar sueltos y menos corriendo» porque hace mucho tiempo uno lo había hecho caer y lastimar. Que tenía que atar a mi perra. Ante mi negativa comenzó a hablar de sus hijos abogados, conocedores de la ley. No hice caso a sus balbuceos y sólo le dije que no iba a atar a mi perra, que cuando ella lo hiciera caer hablábamos. Mi novia se alejaba y la perra seguía jugando.

Estaba yéndome cuando una frase hizo que me detuviera. Hace mucho no me pasaba; hace años las violencias dirigidas a mi persona tenían como protagonista mi corporalidad gorda. Pero está vez fue otra cosa.

«NO SE PUEDE ESPERAR OTRA COSA DE ALGUIEN CON ESE COLOR DE PIEL».

Dijo lo que realmente quería decir, lo que realmente le molestaba. No era mi perra sin correa entre tantxs otrxs perris que no estaban atades. Después de escucharme romper con la naturalización del pene del macho invadiendo el espacio público, nos seleccionó, nos siguió y acosó. Le molestaba mi color de piel.

A este facho poco le importó que le gritaramos racista y xenófobo conteniendo la furia en la cuerpa. Se alejó diciendo que éramos una «maleducadas irrespetuosas».

Seguimos caminando. Mi novie comentó a dos pibas que nos cruzamos siempre lo que había dicho ese ser nefasto mientras nuestra perra jugaba con sus perris.

Nos gusta ver a nuestra perra

-jugar libremente-